TELDE NO ES UN JUZGADO

Desde que participamos de forma activa en la vida política de Telde he tenido la sensación de que la política local ha alcanzado unos niveles de desquiciamiento realmente preocupantes, salvando siempre algunas honrosas excepciones, lógicamente. La judicialización a la que se la está sometiendo tiene buena culpa de ello. Han sido demasiados ya lo frentes abiertos en los tribunales, en unas causas que se están enredando con el paso del tiempo y que ha puesto a más de uno y de una al borde de un ataque de nervios.

Circunstancia, por otro lado, que hace que los enfrentamientos, los reproches, los cruces de acusaciones y hasta las amenazas veladas sean cada vez más habituales en Telde, más aún en vísperas de unas elecciones municipales en mayo de este mismo año. . Y eso, desde luego, no es nada bueno para nadie, ni para la política local, ni para la ciudadanía teldense -que asiste atónita a un espectáculo lamentable- ni para los propios partidos y sus actores principales.

En la última semana Telde vuelve a estar en los juzgados por mor de sus gobernantes y de la oposición política. El alcalde y su grupo de gobierno por supuesta retirada de la adjudicación del servicio de limpieza municipal a la empresa canaria Santiago Cazorla. De otro lado, Guillermo Reyes e Ildefonso Jiménez son citados para protagonizar otra escena judicial con el Caso La Mareta de fondo. Y por último el nombramiento como candidata del Partido Popular a una persona imputada en el anterior Caso Faycán.

Todo ello fruto de gestos inadmisibles de venganza que ponen de manifiesto un alcalde con fecha de caducidad, y una oposición que ha convertido a Telde en un "patio de vecinos judicial" que provoca la indignación y la repulsa de la ciudadanía ante estos políticos que basan su gestión en la mediocridad y en la ineficacia a la hora de afrontar los verdaderos problemas por los que atraviesa nuestro municipio.

De ahí que hagamos llamamientos continuos a la regeneración política desde todas las ideologías y partidos políticos. Creemos que no es una cuestión ideológica sino más bien algo que más tiene que ver con formas de hacer política, propias de nuestro pasado caciquil donde la figura del edil venía más relacionada con la política de la coacción y la corrupción.

Y a todas estas, nos encontramos una ciudad paralizada e inacabada, con políticos sin escrúpulos y necesitada de un urgente cambio que ponga el nombre de Telde en el lugar que merece este centro histórico de Canarias para que entre de una vez por todas en los avances de las ciudades del siglo veintiuno. Y un cambio este que signifique no sólo el relevo de la clase política actual sino un cambio de conceptos, de actitudes y, por supuesto, de ciclo.

Antonio Hernández Lobo es presidente de Coalición Canaria de Telde

Comentarios