ESPEREMOS
Por fin, aunque la duda nos siga atormentando, parece ser que Telde está renaciendo de su postración política. Las aguas turbias que, en algún momento, enfangaron la antigua viña de los Faycanes, están, poco a poco, volviéndose menos infectas. La contumaz división política de tantos años parece remitir. Por otra parte, el pesado déficit económico, que tanto limita la acción administrativa, poco a poco, va encontrando la solución posible y deseada. Ojalá que en Telde no se cumpla lo que García Márquez, en su “El general en su laberinto” pone en boca de Simón Bolívar: “Ahora lo vemos claro: la deuda terminará derrotándonos, porque seguimos pagando réditos por los siglos de los siglos”. Necesitamos urgentemente que el Cristo de Telde, el de los milagros, nos eche una mano y conduzca a nuestros políticos por derroteros de concordia, honradez y buen gobernar.La deuda y la división, cuando esta última niega lo que el sentido común afirma, son, infelizmente, dos de las asignaturas que los políticos teldenses tienen pendientes. A ellos corresponde romperse los codos con el fin de aprobarlas cuanto antes. En este aspecto de la división no deben seguir el nefasto ejemplo de los políticos nacionales, causantes de que nuestro gran histórico país esté parcelado, dividido, preocupado, áspero y cabreado, hasta el punto de poner en peligro la nación como tal nación. Palabra que, según alguien importante de la política y gobierno afirmó, es un término discutido y discutible...Hay otro signo del renacer teldense, con un peso que podríamos apellidar de histórico. Después de más de diez años, las desmochadas torres de la basílica de San Juan Bautista vuelven a pretender seguir señalando los caminos de las alturas... Parece ser que ahora la cosa va en serio y que el proyecto no quedará reducido a andamios y grúas ya colocados. De nuevo las agujas de las torres sanjuaneras volverán a señalarnos el resplandor de las estrellas y sus campanas repicarán otra vez todo su pentagrama de alegrías y dolores, de llamadas y despedidas, como siempre, hace varios siglos.Ojalá que la continuidad de las obras no se vea sorprendida por ningún imprevisto. El monumento arquitectónico e histórico por excelencia de Telde, como es su iglesia de San Juan Bautista, no comporta más esperas. Están en peligro, no sólo la fábrica archicentenaria del templo, sino también todo lo que a su alrededor se asienta. La plaza de San Juan, tan castigada físicamente, está pidiendo a gritos una restauración. Ambos casos, templo y plaza, forman parte del trasunto histórico de Telde, al que, de ninguna forma, la ciudadanía, la auténtica, desea renunciar.
Manuel Ramos Castromil
Manuel Ramos Castromil
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